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Viajes & Letras


De cuando parece que llega el descanso

Día 25:

Abandonamos nuestro perfecto camping. Perfecto sería si no llega a ser por aquella niña rechoncha y con gafitas que toda la tarde se pasó llamando a su hermana «Cristina, Cristina, joooo» a sabiendas de que esta le ignoraba por completo abstraída, como estaba, en su mundo virtual (entiéndase, internet).

En ocasiones veía calipos en su cabeza, o mi polo de pera estrellado contra su frente:

  • ¡Niña, coño! ¡Que aunque tu hermana te ignore nosotros estamos sufriendo tu pesares!

Y así, con alegres pensamientos, nos alejamos definitivamente del lugar mientras, a lo lejos, todavía se oye un «¡Cristinaaaa!» cada vez más lejano.

Nuestro destino es incierto, al sur iremos, eso es seguro.

Fjærland nos sale al encuentro… mejor dicho, nos desviamos hasta encontrarlo. Fjærland es un pueblo minúsculo, sin mucho atractivo, al borde del fiordo Sognefjorden y con una gran curiosidad: a pesar de contar con solo unos 300 habitantes, ¡tiene una docena de librerías de segunda mano! En alguna he llegado a encontrar un buen surtido de libros en castellano y catalán, ya sabéis, un buen surtido de libros ochenteros de tapas blandas y autores perdidos en el olvido.

Lo mejor es este pequeño bar regentado por dos amables abuelitas. Té y waffle tipo noruego.

En la mesa de enfrente una familia se entretiene jugando a las cartas, Coca-Cola en mano. Son americanos y ni una sola palabra se han dirigido en 10 minutos. Un par de mesas más allá un coreano se entretiene jugando con su tableta mientras su mujer da cuenta de un pedazo de tarta de chocolate, ya va por el segundo plato. Fuera, tras el ventanal, un noruego se tosta al sol mientras engulle su segundo par de waffles. Un chino intenta pescar en el fiordo desde lo alto de barco de pasajeros amarrado al puerto. El cartero ya viste su indumentaria de verano, una camisa de cuadros muy holgada y unos pantalones cortos, muy cortos, o eso espero porque realmente no se le ven.

Como waffles, chaval
Como waffles, chaval

Abandonamos semejante alboroto para coger el ferry en Mannheller hasta Fodnes. Desde aquí hasta la iglesia de madera de Borgund hay unos pocos kilómetros. La iglesia se ve a lo lejos. Su color negro emerge entre el verde oscuro de este valle. Aquí se mantiene desde hace 800 años, ajena a los cambios que han sucedido a su alrededor, entre otros ese abominable edificio de hormigón que ahora sirve para comprar la entrada al recinto. Hay que dar gracias porque lo pusieran a unos cuantos metros de distancia.

Bonita es bonita
Bonita es bonita

Y seguimos para bingo. Carretera y manta. Nos olvidamos del túnel más largo del mundo (24,5 km) para coger la pequeña carretera que hace el mismo recorrido pero por las cumbres de estas montañas. Es la Snøvegen, quizá no tan conocida como otras rutas, pero igualmente espectacular.

Sí que parece interesante, sí
Sí que parece interesante, sí

Llueve. Alguna caravana se ha atrevido a meterse por esta estrecha carretera, igual que algún ciclista. Hacia el final de la ruta, ya llegando a Aurland, emerge de entre los árboles uno de los miradores más fotogénicos del país: un trampolín curvado de madera que se clava a la montaña y se suspende para terror de sus visitantes. Y más vértigo da cuando la pared frontal que lo cierra es un cristal inclinado por el que asomarse al vacío. Vamos, que ni loco hago yo el tonto aquí, y menos cuando está lloviendo.

Normal que haya aguantado 800 años
Normal que haya aguantado 800 años

Carretera 50 alejándonos de Aurland. Ahora sí que ponemos rumbo a Oslo, quizá lleguemos en un par de días. Esta carretera es como penetrar en las entrañas de un queso, los túneles son constantes, y las ovejas también. Es la primera vez que se me empaña el coche por fuera. Esta carretera, una vez que hemos escalado los primeros repechos, serpentea entre pequeñas centrales hidráulicas y pistas de esquí, quien lo diría, con la de sitios más bonitos que hay para esquiar.

Más adelante enlazamos con la carretera 40. Es de noche. Lejos quedan ya los días de luz perpetua. Circulamos junto a un lago cuando nos sorprende una iglesia de madera perfectamente iluminada. Hace un par de días ha sido luna llena y, aún así, se mantiene en el cielo espléndida. Momento perfecto para entrar en el cementerio, sacar unas fotos terroríficas y cenar al lado de unas cuantas cruces.

Comida y cementerios
Comida y cementerios

Hoy dormiremos en el coche, ya no hace tanto frío como para no hacerlo.

Día 26:

Que bien he dormido, parece que mi cuerpo se ha adaptado a la perfección a los asientos de este coche. Aunque empiezo a sentir un leve dolor en la espalda…

Los días se relajan. Ahora, en el sur, toca descansar de todo este mes dando vueltas por Noruega. Y eso es lo que haremos hoy, descasar. Rumbo a casa de Ihab, donde nos tratará como parte de su familia. Gracias amigo.

Baño en el lago, barbacoa y buena siesta, nada mejor para coger fuerzas de cara al último tramo del viaje.

Y poco más hay que contar. Como resumen perfecto de este día aquí van un par de fotos:

Descanso, glorioso descanso
Descanso, glorioso descanso

6 respuestas a “De cuando parece que llega el descanso”

  1. […] De entre todas las iglesias de madera que he visitado esta se lleva el premio. Quizá no sea la más bonita ni la más antigua pero me ha parecido la más especial. Situada en un valle, donde el verde sigue siendo el color predominante, sus maderas negras te hacen retroceder en el tiempo unos cuantos siglos. →  […]

  2. Iglesias muy chulas pero sin duda lo mejor la foto de los pies en plan: gracias Dios mio por esta hierba verde y este sol reparador!! 🙂

  3. Pues sí, el mirador nos hubiera gustado verlo, jodío. Pena de lluvia… Qué maravilla las iglesias de madera. Nosotros vimos una muy pequeñita, exteriormente mucho más sencilla que las tuyas. Por dentro era muy llamativa, muy original, pero distaba mucho de las que tú muestras. Cachis, voy a tener que hacer un tour sólo para ver toooodas las que me perdí :-p
    Un abrazo, fieraaaaaaaaaaa

  4. se han echado en falta unas fotos de ese mirador que dices… 🙂

    1. Jaja estaba lloviendo tío, como para sacar la cámara en esas condiciones….

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