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Viajes & Letras


De turistas a turistas, de Røros a Geiranger

Dia 21:

He perdido la cuenta del número de horas que he dormido.

Y, aún así, creo que podría haber seguido durmiendo si no llega a ser porque mis queridos caravanistas comienzan a abandonar el camping. Por favor, que son las 8 de la mañana, ni habéis tenido tiempo de mojar la magdalena en la leche.

En el edificio principal, y único, del camping se encuentran las duchas, las cocinas y el salón de la televisión, lugar de congregación de esta bonita comunidad. A nuestra izquierda se encuentran las habitaciones individuales y una de las cocinas. Lo cierto es que este edificio es algo así como un intento frustrando de hotel.

A la derecha están las duchas. Caducas sería un término bastante agradecido.

  • ¡Pero maldita sea! ¡El agua caliente funciona con fichas! -maldigo para mis adentros.

Me acerco a la recepción, esa especie de habitación con gente dentro las 24 horas del día. De hecho tengo la teoría de que esta gente no vive, si no que son almas que no han pasado el filtro del cielo y se les castiga con la recepción de un camping cualquiera, en cualquier sitio, por toda la vida eterna.

Iglesia medieval de Lom
Iglesia medieval de Lom

El hombre con el que hablo parece el dueño del camping, camisa de cuadros, pantalón corto, sandalias, y ese caminar pesado le delatan. Observándole mi teoría queda confirmada. Recemos una oración por su alma:

  • ¿Podría decirme cómo funcionan las duchas?
  • Sí hombre, muy fácil. Llévate un par de fichas y ya me pagarás mañana, son 10 coronas cada una.

Veinte coronas por dos fichas del Monopoly.

El salón comunitario está al fondo. Es una habitación grande con muebles de pino, mesas de los años 80 con tapetes de ganchillo, sillones salidos de un mal sueño hortera y alguna que otra cabeza de reno colgando de las paredes. Junto al televisor, y con cara de felicidad, hay un nutrido grupo de noruegos viendo un programa especial sobre el príncipe Håkon. Parece que hoy es su cumpleaños.

Dejamos atrás Røros y otro mítico camping que añadir al listado de maravillas por descubrir en Noruega.

Desde Folldal a Ringebu, por la Rv27, dejamos a nuestra derecha el Parque Nacional de Rondale, el más antiguo del país.

A medio camino nos encontramos con un mirador de curvas de hormigón. En el parking hay un coche ruso. Rusos, emoción asegurada. Sin embargo, ni rastro de ellos en el mirador.

Mirador en el Parque Nacional de Rondale
Mirador en el Parque Nacional de Rondale

Desde aquí se contempla una extensión de montañas que te devora las pupilas.

De pronto aparece un chaval a nuestro lado:

  • Sorry, photo….without you.

¡Premio! Que frase más increíble le ha salido de la boca. Sólo algunos elegidos son capaces de articular semejante discurso. Cuatro palabras que lo dicen, lo sugieren todo.

Nos echamos a un lado. Observamos. Otro nos empieza a hablar en ruso.

  • Muchacho, como si me hablas en Manchego.

Lillehammer fue la sede de los Juegos Olímpicos de Invierno del año 1994 y, como sede que fue, lo más visitado del pueblo son los lugares olímpicos, a saber: el trampolín de saltos y el pabellón cubierto. Eso es todo. El Olympiaparken. La verdad es que está un poco muerto el lugar, como que está todo un poco infrautilizado. Vale que en invierno tienen sus saltitos todos los días pero, ¿en verano? Yo habría hecho una piscina, como habría hecho cualquier alcalde español, y así se podría utilizar los tres días de sol que tienen en verano.

Sillita en Lillehammer
Sillita en Lillehammer

Lo más entretenido es subir los 952 escalones del trampolín. Aunque realmente no hace falta subir tanto para tener buenas vistas. En lo alto han descuidado los árboles y mitad de la ciudad queda oculta entre ramas.

Aún así, lo mejor de lo mejor consiste en contemplar como afronta cada persona la subida. Los hay que se paran cada diez escalones, los que lo hacen corriendo y llegan arriba machacados, los dos franceses que por hacer el bobo casi bajan rodando toda la pendiente, los que suben en coche hasta arriba y bajan hasta el penúltimo mirador y aún así están rotos, y los hay que pasan de subir y lo contemplan todo desde abajo imaginándose cómo serán las vistas desde arriba.

Personitas subiendo el trampolín
Personitas subiendo el trampolín

Y eso es todo, lugares olímpicos visitados. Recordamos que los saltos no son sólo en Año Nuevo y rumbo hacia el noroeste.

Hoy dormiremos en Otta, cerca de Sjoa, capital del rafting en este país.

Hemos encontrado otra ruta que está entre Lillehammer y Otta, la Peer Gynt Vegen. Por supuesto esta vía es de peaje, y no por su perfecto acondicionamiento, si no porque esta ruta sigue el viaje novelesco que el escritor Henrik Ibsen hizo recorrer a su personaje de ficción Peer Gynt. Y 70 coronas que hay que pagar por acceder.

Buen paisaje en camino de pago
Buen paisaje en camino de pago

Aquí, justo donde está el peaje, la carretera está asfaltada. Doscientos metros más adelante, y después de una curva estratégicamente situada, el asfalto desaparece para convertirse en una pista de tierra y baches, muchos baches. Al inicio de la pista hay un cartel que dice: Carretera no recomendada para caravanas. Tres kilómetros después nos encontramos con una caravana botando de bache en bache. Matrícula rusa, no puede ser de otra forma.

Esta ruta parece interesante, pero no lo suficiente como para pagar 70 coronas.

Sancando brillo al coche en plena montaña
Sancando brillo al coche en plena montaña

Pasamos Sjoa camino de Otta, esta noche buscaremos un camping tranquilo donde descansar. Y lo encontramos. Quizá no sea el más tranquilo, pero sí es el más barato de cuantos hemos estado, apenas 8 euros por persona, nos lo quedamos. El camping está entre un río y una carretera, por un lado la humedad que parece lluvia, y por otro el ruido de la carretera, apenas a 30 metros. Pero nos da igual. Llegamos a las once de la noche, enchufamos la bomba para hinchar la colchoneta, hacemos un ruido infernal, despertamos a medio camping y a dormir tranquilitos.

La luna llena nos envuelve
La luna llena nos envuelve

Dia 22:

Me he despertado a las tres de la mañana. Ahí afuera hay una claridad bajo la que se podría leer la letra pequeña de cualquier contrato con cualquier banco. Pero eso no es lo peor: hace frío y mucha, mucha humedad. Es increíble como pueden bajar las temperaturas en este valle. El frío es insoportable, y más cuando usas un saco de dormir cuya temperatura de confort es de 15º C. Vamos, perfecto para la montaña.

A las ocho el sol ya envuelve nuestra tienda. Empieza a hacer una temperatura agradable y consigo dormir unos minutos más, justo hasta que empieza el bullicio madrugador del camping.

Es curioso como la gente convierte una caravana y un camping en su residencia vacacional particular con vistas a un río, a la montaña o, en su defecto, a otra caravana. Los vehículos se asientan a ambos lados del césped. Las mesitas y sillas plegables inundan cada uno de los rincones entre caravana y caravana. Huele a café y los residentes se posicionan para contemplar como el sol cruza el azul del cielo. Unos frente a otros, como si de un duelo veraniego se tratase.

  • Yo tengo un hornillo más grande.
  • Y yo una tele de plasma en el salón.

Huele a batalla campestre. Mejor irse de aquí.

Dos simpáticos alemanes
Dos simpáticos alemanes

Otta, ¿qué decir de Otta? Pues no mucho, sólo es la parada para mi capricho diario, tomar un par de cafés y un Skole Brod, literalmente, un pan de escuela.

He acabado en una especie de confitería. Los corazones son el elemento predominante en la decoración. Uno en la puerta, cuatro en los ventanales que dan a la calle, y óleos con el mismo motivo por el resto del establecimiento. ¿No habré caído otra vez en una cafetería de la iglesia local? No, no creo. Lo cierto es que me da igual. Lo mejor es que el segundo café es gratis. ¿Que hubiera estado bien haber recibido una bendición mañanera? Pues sí, pero el segundo café es gratis, ¿me repito?

Dejamos atrás Otta para dirigirnos a Geiranger. Nada parece que hay en el camino.

La serpenteante carretera
La serpenteante carretera

Parada técnica en Lom y vuelta a la ruta siguiendo la carretera 15. Sólo nos queda rodar un par de horas y estaremos en nuestro destino. ¡Pero ay amigo, que buenas son las sorpresas cuando no te las esperas!

La carretera 15 empieza subiendo sin mucho ánimo hasta alcanzar Grotli, donde se bifurca: por un lado la carretera sigue hasta Geiranger y por otro comenzando la Gamle Strynefjellsvegen hasta Stryn, otra de esas rutas sobresalientes. Elegimos la primera opción.

La carretera serpentea entre lagos de aguas turquesas y cielos azules. Y, aún así, el diamante en bruto de esta etapa está por llegar: el mirador de Dalsnibba, a 1496 metros de altitud. Para acceder hay que pagar un peaje de 100 coronas, un poco caro nos parece. Al lado de la barrera de entrada un cartel te recibe:

Carretera peligrosa: conduzca bajo su propio riesgo

Por 100 coronas ya merece la pena
Por 100 coronas ya merece la pena

Y no es para menos porque es una carretera de 5 km sin asfaltar que va dando volantazos endiabladamente una y otra vez hasta lo alto. Pero una vez arriba todo es majestuoso.

Geiranger está al fondo, sólo quedará bajar desde lo alto del valle hasta el fiordo y será nuestro.

Geiranger: 200 habitantes, millones de visitantes anuales.

Geiranger y los turistas están ahí al fondo
Geiranger y los turistas están ahí al fondo

La llegada es poco más que el infierno. Miles de turistas invaden el pueblo, caminan por la carretera haciendo que la bajada sea peligrosa. Al llegar al fondo del valle el camping está lleno.

  • ¡Pero no me jodas! ¡De dónde sale toda esta gente!

Subimos por la colina de nuevo hasta el segundo camping. Nos acomodamos junto a la carretera. Un grupo de franceses adolescentes está dando por saco ya, para que luego digan de los españoles. Voces y más voces.

La tienda la pondremos cerca de la entrada. Ahora a dormirse.

3 respuestas a “De turistas a turistas, de Røros a Geiranger”

  1. […] Para llegar al mirador de Dalsnibba tendrás que pagar por la carretera, tu coche sufrirá y maldecirás en cada una de las curvas sin quitamiedos hasta llegar a la plataforma, pero una vez arriba querrás quedarte a admirar todo lo que se extiende ante ti. Incluso, si tienes suerte, puedas ver a unos rusos jugándose la vida por una foto. →  […]

  2. Hostias, que mañana te veo, lameruzo!!!! Ya estoy nervioso. Una pasada Dalsnibba, ¿eh? Más aún con el tiempo que tuvimos, qué suerteeeee! Desde luego te pegas unas sobas en coche de padre y señor mío. Uffff. Hay que tener físico para aguantarlo je je.

  3. Como buen español, cuando llegues a los camping tienes que sacar unos hornillos y hacer unas paellas con sangria y demas alcoholes… Se iban a enterar los otros quienes son los amos de la fiesta 😉

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