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Viajes & Letras


Ålesund, sorpresa en mitad de la nada

Dia 9:

A las cinco de la mañana se ha puesto a llover. Y ya no ha parado. Viva Noruega.

Viva Noruega
Viva Noruega

Habíamos leído la información meteorológica para Førde, que es donde está el camping, y las noticias no eran nada buenas. La lluvia se anunciaba muy pronto, pero todavía nos quedaba un poco de esperanza en que nos diese un respiro y apareciese cuando estuviésemos ya en carretera.

Pero no. El ruido del agua cayendo sobre la tienda de campaña puede parecer relajante y, sin embargo, no lo es. No porque las gotas suenen atronadoras contra la tela, si no que es el miedo a que el agua acabe traspasando la tienda lo que te mantiene en vilo.

Tratando de recuperar el sueño perdido a horas innecesarias me coloco los tapones, el antifaz, cierro de nuevo el saco, echo la manta sobre mi cabeza y, tratando de no morirme de frío, me dispongo a seguir echando una cabezadita. Afuera las voces empiezan a agitar el día, los coches se van yendo, y todo parece volver a la tranquilidad de la que nunca debió salir este camping. El “choni-camping”. Lo que en el folleto turístico se anunciaba como “3 Stars Camping” resultó ser un espectáculo impagable.

La comedia empieza así.

La recepción se encuentra en el edificio principal. Un edificio con al menos 30 años de antigüedad, en cuya planta baja se ubica un mostrador y una sala de televisión. Las paredes están forradas de madera y de la pared cuelgan, enmarcados, posters descoloridos. Un sofá gastado, una vitrina de metacrilato y una chica rubia detrás del mostrador suponen el resto del escenario.

  • ¿Me podrías decir dónde está la zona de acampada? –pregunto.
  • ¡Ah! ¿Zona de acampada? La verdad es que no tenemos. Donde encuentres un sitio que te guste puedes poner la tienda.-me contesta la chica.

Volvemos al coche con la intención de buscar un buen sitio para plantar la tienda. El camping son un par de calles con césped a los lados. Si lo hubiera sabido no me hubiese molestado en arrancar el coche.  El mejor sitio que queda, entre unos ciclistas holandeses y un noruego que está empeñado en recorrerse la calle arriba y abajo montado en su bicicleta. Al fondo, un grupo de personas traman algo alrededor de un par de grandes furgonetas. Frente a nosotros una caravana de lujo, con sus dos habitantes sentados cómodamente, bebiendo vino y escuchando música country. Nos sonríen al pasar. Al otro lado de la calle hay una antigua caravana ampliada con un toldo. Del toldo cuelgan unos calzoncillos blancos. Es una familia de gitanos franceses. Un niño se distrae jugando con GPS corriendo de un lado a otro del camping y viendo como evoluciona la flechita de ubicación en la pantalla. A cada minuto que pasa las ganas de cogerle y decirle “niño, estás entre el final del trayecto y el medio de ninguna parte” van en aumento. El grupo del fondo empieza a hablar cada vez en un tono más alto.

  • Dile a Jonny que ya se puede ir gastando el dinero en una nueva correa- se escucha en castellano.

No estamos solos en el universo.

Otro niño pasa con una cometa, en un día sin apenas viento. La cometa arrastra por el suelo de forma alarmante. Más allá otros dos niños armados con hachas la emprenden con un árbol.

Música country suena en el aire.

Dios mío, mejor recoger y emprender el camino a Ålesund.

Seguimos la carretera 39 hasta Anda para coger el primer ferry del día. Una vez en Lote seguimos rumbo al norte. Sigue lloviendo. Atravesamos montañas y pequeños ríos. Radio Norge suena con sus clásicos, hoy toca repetir Michael Jackson hasta la saciedad. Dos ferrys más y llegaremos a la isla en la que se encuentra situada Ålesund.

Agua y agua y agua
Agua y agua y agua

Ålesund. Después de una noche mediocre y una ruta de algunas horas de carretera, lo que menos nos apetece es empezar a caminar la ciudad. Aparcamos el coche y buscamos un buen bar donde relajarse tranquilamente frente a una taza de café. Y lo encontramos. Café Invit, planta baja. Velas, alfombras, sofás y música jazz. Dos cafés, 70 coronas. La recompensa tiene su precio.

Hoy nos quedaremos en casa de una chica de la República Checa que trabaja en unos laboratorios. Si me lees, saludos!

Dia 10:

Nos merecemos un descanso. Tras diez días movidos nos proponemos tomarnos el día relajadamente. Alesund es una ciudad que se merece un paseo tranquilo por sus calles.

Desayuno completo.

La mañana la pasamos planeando el viaje. Hasta ahora nos habíamos lanzado a la carretera a lo que viniese, hoy nos proponemos establecer las etapas de aquí a Cabo Norte. Que las cumplamos es otra cosa.

Alesund es una de las sorpresas del viaje. Es verdad que habíamos leído que era una ciudad bonita y que era como una pequeña Bergen, con menos turistas. Pero lo que me he encontrado ha sido una ciudad Art Nouveau en mitad de la nada. Cientos de edificios se levantan siguiendo las formas y los gustos de principios del siglo XX. ¿Pero cómo es posible encontrarse una ciudad cómo esta en mitad de Noruega, tan alejada del centro de Europa? Pues todo se debe a que a alguien se le fue la mano con una hoguera la noche del 23 de enero de 1904. Entonces la ciudad estaba construida de madera, solo dos edificios eran de piedra, la iglesia y la prisión, qué si no. En menos de 24 horas la ciudad quedó arrasada. De la noche a la mañana 10.000 de los 12.000 habitantes de la ciudad se convirtieron en ciudadanos sin techo.

Que sí, coño, que esto es arte!
Que sí, coño, que esto es arte!

Y entonces se produjo el milagro. Cientos de trabajadores de toda Noruega llegaron a la ciudad para las tareas de reconstrucción, y muchos jovenes arquitectos noruegos, muchos de ellos formados en Alemania, se pusieron manos a la obra para diseñar una nueva ciudad. En menos de 3 años, más de 200 edificios habían sido levantados y la belleza del Art Nouveau se reflejaba en cada uno de los detalles de las nuevas construcciones.

Esas mismas construcciones que hoy están cubiertas por un mercadillo. Puestos de comida de Francia, Italia, Holanda y España se empeñan en hacer de esta ciudad un batiburrillo de culturas sin sentido. El puesto de paellas está vacío.

Hasta aquí también llegan los cruceros, aunque son pocos los turistas que se quedan a conocer la ciudad, la mayoría prefieren una excursión al fiordo de Geiranger. Y los que se quedan, ya sabemos dónde encontrarlos: o en el mercadillo de comida o en lo alto de Aksla, el mirador por excelencia de la ciudad.

Después de subir 418 escalones la imagen ya puede ser bonita, y cierto que lo es. Y siempre que hay una bella vista, allí estarán los turistas sonrientes, con sus iPads para hacer fotos (he visto auténticas barbaridades), sus bonitas viseras de colores, la guía haciéndose oír a gritos, … cómo me gustan los turistas, es una ideosincrasia particular.

Alesund, brutal
Alesund, brutal
Alesund, doblemente brutal
Alesund, doblemente brutal

Hoy toca descanso, mañana tenemos un buen plan, el día será largo. La noche ya casi no existe. El sol todavía se pone en el horizonte pero hay luz suficiente durante toda la noche. Es una sensación extraña, es como si fuera un atardecer permanente, casi perpetuo. Me gusta.

3 respuestas a “Ålesund, sorpresa en mitad de la nada”

  1. […] ¿Una ciudad entera levantada en apenas tres años en estilo Art Deco?, parece imposible, pero no, existe y se llama Alesund. Refundarla es lo que hicieron unas cuantas decenas de arquitectos tras el incendio que destruyó la antigua ciudad de madera. Ahora es un placer caminar entre tanta obra de arte. →  […]

  2. Dentro de poco yo seré uno de esos turistas que lanzan 100 veces la misma foto :-p Espero que luzca el sol y que no nos lleve el agua je je. Precioso Alesund! Mejor que el choni camping :-p

    1. Mejor que el choni camping era fácil 🙂

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